lunes, 14 de diciembre de 2009

Un día en la playa

Llego a la arena a eso de las 2 PM. Entonces me pongo a nadar. Cuando me aburro de hacerlo, tomo una tabla de surf, y llego al otro extremo de la costa. Y después de 2 minutos, al siguiente. Y así es como en 15 minutos avance 6 playas.
Lo único molestoso son las gaviotas que se suben a mi tabla cada cierto rato. Y así, a las 2:30 PM, estoy en la entrada del Euro.
Santiago con 34 ºC… así sí que es entretenido viajar

La paciencia de UN hombre

“El” no sabe si ella le gusta mucho, o si ya está enamorado. “El otro”, su mejor amigo, sabe de sus sentimientos. Y “Ella” considera a estos dos, sus mejores amigos…
“Ella” busca constantemente el abrazo, o la mano a “El otro”, mientras ambos ignoran a “El”. “El” asiste a este espectáculo. “El” muere de odio, y enojo, y pena, y amor, y melancolía, y…
Al final del día, “El” debe ser capaz de sonreír. Y todavía lo es.

Al día siguiente

Se duermen abrazados, solo que él no duerme, sino que piensa, y piensa demasiado. Piensa y sueña en lo feliz que podría hacerla, si tan solo ella lo tomara en verdadera consideración. Piensa y desea que en el sueño, ella descubra que la verdad es q está enamorada de él. Y no tan solo eso, sino que también, no lo dejara nunca.
Pensó tanto, que antes de disfrutar el momento, este término, y ella ya no estaba a su lado. Había dejado de ser lo que él deseo, y soñó, y pensó. Y volvió a ser parte del olvido.

Los Hombres –pilas.

La conclusión es una sola: las personas están hechas de pilas. Se ve por todas partes. ¡Mira! A ese se le agoto la paciencia. A este otro, las ganas de sonreír. Y a aquel se les acabaron las penas finalmente. Ya terminando este cuento, al autor se le agotaron las ideas, al igual que las ganas de escribir, al igual que las ganas de vivir.